Cambio climático y Turismo, una oportunidad
La afirmación "Si algo bueno trae el cambio climático es precisamente la extensión de la temporada turística" fue pronunciada en un evento del Club de 'La Información' por Nuria Montes, consellera de Innovación, Industria, Comercio y Turismo de la Generalitat Valenciana, España. Según Montes, el calentamiento global está generando un "buen clima" que reduce los meses de frío y permite una mayor afluencia de visitantes en temporadas que antes eran consideradas bajas. "Si algo bueno trae el cambio climático, es precisamente la extensión de la temporada turística. El buen tiempo prácticamente domina, y los meses de frío se están reduciendo muchísimo, lo que amplía las temporadas turísticas en ambos extremos", afirmó Montes.
Para la consellera, este fenómeno supone "indudablemente una oportunidad" para desestacionalizar el turismo en Valencia, permitiendo, en su opinión, que la región pueda aspirar a ser "la Florida de Europa o la Canarias del continente". Actualmente, con temperaturas que superan las normales en nueve de los doce meses del año y aguas que alcanzan los 29 grados, la costa valenciana podría ofrecer un clima de playa casi todo el año.
No obstante, los datos reflejan una realidad menos idílica, más preocupante y una visión economicista que, aunque aparentemente positiva, ignora las implicaciones más amplias del fenómeno.
El cambio climático afecta profundamente la estacionalidad del turismo. En algunas regiones, como el norte de España, se espera un aumento de la afluencia turística en primavera y otoño debido a temperaturas más agradables. Sin embargo, este cambio no siempre compensa las pérdidas asociadas al deterioro de los destinos de sol y playa durante los meses de verano debido a las olas de calor extremo y la disminución del confort climático. Según estudios recientes, en escenarios de calentamiento severo (hasta 5°C para finales de siglo), España podría experimentar una reducción neta del 7% en la demanda turística.
La Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos, que señala que "las olas de calor han ocurrido en el pasado, pero el cambio climático está haciendo que sean más largas, más extremas y más frecuentes".
Aunque se podría extender la temporada en destinos menos afectados, como el norte de Europa o las regiones montañosas, estos cambios no ocurren de manera uniforme. La adaptabilidad del sector turístico es crucial, requiriendo inversiones significativas en infraestructuras y estrategias para diversificar las ofertas turísticas, como promover el ecoturismo y reducir la dependencia del turismo estacional tradicional.
El cambio climático exacerba problemas como la escasez de agua, la pérdida de biodiversidad y los riesgos para la infraestructura, desafíos que podrían superar cualquier beneficio económico derivado de temporadas más largas. Además, priorizar la explotación turística en contextos de crisis climática puede agravar la percepción de insostenibilidad del sector. Por ejemplo, el aumento de turistas en zonas costeras durante meses tradicionalmente tranquilos podría incrementar las emisiones de carbono y la presión sobre recursos locales.
Estudio de Caixabank Research concluye que cuanto más calor hace, menos gastan los turistas.
En particular, el cambio climático tiene efectos significativos en el sector turístico de la Comunidad Valenciana, una región cuya economía depende en gran medida del turismo, particularmente del modelo de sol y playa. El turismo aporto un 16% al Producto Interior Bruto (PIB) en 2023, según los datos más recientes. Las alteraciones climáticas no solo afectan las dinámicas de la demanda turística, sino también la sostenibilidad de los recursos naturales que la sustentan.
Principales impactos en el turismo valenciano
Aumento de las temperaturas: La región ha experimentado un incremento térmico de 1,4°C desde el siglo XIX. Este cambio ha triplicado el número de noches tropicales (aquellas con temperaturas superiores a los 20°C), alcanzando hasta 70 noches al año en algunas áreas costeras. Estas condiciones pueden extender la temporada turística, pero también plantean desafíos relacionados con el confort climático y la gestión de recursos como el agua y la energía.
Eventos climáticos extremos: El aumento de lluvias torrenciales y olas de calor intensifica los riesgos para la infraestructura turística, reduce la percepción de seguridad para los turistas y afecta los paisajes costeros, uno de los mayores atractivos de la región.
Reducción de recursos hídricos: En las cuencas del Júcar y Segura, las precipitaciones han disminuido un 20%, poniendo en riesgo la capacidad de abastecimiento para las instalaciones turísticas y para la agricultura, que es crucial para el agroturismo.
Erosión costera: El aumento del nivel del mar, combinado con tormentas más intensas, amenaza las playas de la Comunidad Valenciana, lo que podría impactar negativamente la experiencia de los turistas y la viabilidad de las actividades económicas relacionadas.
Los avances hacia un turismo más sostenible y resiliente deben ir más allá de capitalizar las alteraciones estacionales. Iniciativas como la Declaración de Glasgow sobre la Acción Climática en el Turismo promueven la descarbonización del sector, la regeneración de destinos turísticos y la adaptación climática a través de políticas públicas y privadas. Estas medidas buscan no solo mitigar el impacto del cambio climático, sino también convertir al turismo en un agente de regeneración ambiental y económica.
Si bien algunos sectores pueden beneficiarse en el corto plazo de temporadas más largas, este beneficio está lejos de compensar los daños a largo plazo para el medio ambiente, las comunidades locales y la sostenibilidad global del turismo. Abordar el cambio climático desde una perspectiva integrada y equitativa es esencial para garantizar que el turismo no se convierta en un agravante del problema, sino en una parte de la solución.